jueves, 15 de julio de 2010

Sigue nadando...

El día comenzó raro, me desperté como siempre con ganas de él, tenía ganas de verlo, de volver a sentir su mirada, sus manos, su cuerpo. Hacía dos días que habíamos hablado y de sus palabras deduje que su interés por mi ya no era el mismo de los primeros días.

Habíamos quedado para ir a la playa y cuando lo vi, me di cuenta de que no pasaba nada, de que ese interés seguía intacto, desde el primer momento ya pude comprobarlo, cuando se acercó a saludarme y al roce de su cuerpo con el mío, noté su miembro queriendo salir de su pantalón. Sus besos dulces y húmedos me hicieron cerrar los ojos y entregarme a ellos.

Ya en el coche, su mano jugueteaba con mis piernas, intentando colarse debajo de un mi mini pantalón, lo miré y por la expresión de su cara, sé que había notado la calidez que desprendía mi piel, sólo con el roce de sus manos. Durante todo el camino hacia la playa, no dejó de acariciarme y yo a cada rato que pasaba, me iba poniendo más nerviosa y excitada.

Deseaba que parara y buscara un lugar tranquilo, creo que él pudo notar mi mirada recorriendo su cuerpo, pero me conformé con clavar mis uñas en su brazo. Buscamos un sitio tranquilo en la playa, nos dimos un baño rápido y nos recreamos con la crema, queríamos recorrer cada centímetro de piel, acariciarnos, sentirnos.

Intentamos quedarnos dormidos, pero el calor y el deseo no ayudaban demasiado. Entramos en el agua sin más idea que refrescarnos un poco, la mar estaba picada, así que no había casi nadie en el agua, a pesar de que la playa estaba llena de gente.

Todo empezó con un juego con las olas, unas risas, una cancioncilla tonta repetida una y otra vez. Con el roce comencé a excitarme, así que sin avisar me quité la parte de arriba de mi bikini y dejé mis grandes pechos al descubierto, él al verlos reaccionó como yo esperaba, los agarró primero con suavidad y luego con fuerza, y aproveché para rodearlo, fue entonces cuando sentí lo duro que estaba.

Nos miramos y supe que habíamos sobrepasado la barrera y que el juego ya no tenía marcha atrás, sus manos no podían parar de acariciarme, recorrió con ellas todo mi cuerpo, deteniéndose entre mis piernas, estaba húmeda y caliente, lo que delataba mis ganas de que me hiciese suya, cuando sentí sus dedos dentro de mi, solté un leve gemido, mientras besaba su cuello.

Bajó un poco su bañador y me aparto el bikini, colocó su miembro con decisión y nuestros cuerpos se acoplaron a la perfección, intenté mantener el ritmo entre la suavidad y lo salvaje de mis deseos, mientras no dejaba de clavar mi mirada en la suya, pero era él quien marcaba los tiempos y controlaba la situación, me susurró que apretara mis piernas contra su cintura con fuerza, antes de terminar y así lo hice, hasta que explotó de placer.

No sé cuánto tiempo duró, sólo que no me lo podía creer, era una locura, pero tan excitante que no podía pensar en nada más que en nosotros.

 Por Ro.

2 comentarios:

  1. Muy bonito, pero que conste que no soy yo, eh?

    :)

    Besito

    ResponderEliminar
  2. Es excitante. Y escrito por alguien muy especial, que cada vez me sorprende más gratamente.

    Tranquila Mariola, no eres tú.

    ResponderEliminar